El tutor ideal (tarea 15)
La definición que dan Álvarez y Bisquerra de la tutoría como acción sistemática específica, concretada en un tiempo y un espacio en la que el alumno recibe una especial atención, ya sea individual o grupalmente y que se considera una acción personalizada, parece una noción bastante completa de lo que para mí una tutoría debería ser.
Me gustaría señalar que la orientación y la tutoría son herramientas que no siempre se usan apropiadamente, y que empleadas con la debida regularidad y dedicación pueden resultar grandes mejoras en la convivencia en las aulas. En mi opinión no hay atención real de los profesores hacia el desarrollo afectivo y moral de los alumnos, por cuanto ignoran habitualmente el proceso de aprendizaje que estos desarrollan, y se limitan a evaluar a través de exámenes traduciendo su trabajo a cantidades, a cifras. Creo que es obvio que necesitamos implantar una modalidad de evaluación cualitativa, que no atienda tanto a colocar un número como a dar información valiosa que describa las particularidades de un proceso de aprendizaje, igual para lo bueno que para lo malo.
En cualquier caso esto no va tanto de evaluar como de ejercer de tutor. Ningún docente está eximido de la acción tutorial, de manera que ser ejemplar y saber conducir al grupo en su especificidad, así como saber transmitir y personalizar tu aportación a cada estudiante es vital para ser profesor. La palabra tutor procede del latín tueri que quiere decir "observar, vigilar, proteger". Tal vez hayamos dado mucha importancia a los dos primeros términos pero no al tercero. No olvidemos que debemos ayudar en lo posible a que el estudiante se desarrolle íntegramente, que debemos ajustarnos y personalizar nuestra orientación hacia el alumnado, cada cual en sus particularidades, con el fin de que podamos ayudarles a tomar las mejores decisiones y sean capaces de conducirse en la vida.
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